La timidez, o ansiedad social, consiste en el temor que tiene un individuo a participar en diferentes situaciones sociales debido a que cree que los demás van a evaluar negativamente su desempeño, es decir, van a pensar mal de él.
Salir con personas del sexo opuesto, hablar en público, conocer a nuevas amistades, asistir a fiestas o a reuniones sociales, iniciar o mantener una conversación, tocar un instrumento musical, presentar exámenes, escribir, comer o beber en frente de otras personas o hacer uso de los baños públicos, son actividades cotidianas muy fáciles de realizar para todos nosotros. ¿O no?
Contrario a lo que se piensa, para muchas personas en el mundo no es tan sencillo como parece, debido a un trastorno psicológico que padecen y que no les deja desenvolverse adecuadamente en diferentes aspectos de su vida: se trata de la timidez.
Este trastorno se conoce también como ansiedad social y su principal característica es que las personas que lo presentan temen ser evaluados negativamente por los demás.
La timidez lleva a las personas que la padecen a situaciones tan extremas, como permanecer solteros sin quererlo, tener trabajos que no corresponden a su nivel educativo o intelectual, no rendir lo esperado en su entorno académico o limitar su vida a las cuatro paredes de su domicilio.
Según recientes estadísticas publicadas por el Instituto Norteamericano de Salud Mental, cerca del 13% de la población mundial sufre este tipo de ansiedad, a tal punto que se hace necesaria una asistencia profesional especializada. Todo esto cataloga a la timidez como el tercer problema de salud mental en el mundo, superado solamente por el alcoholismo y por la depresión.
Según diferentes investigaciones, la timidez es el resultado de una compleja combinación de diversos factores, el primero de ellos es la genética. Se ha demostrado que las personas tímidas nacen con una predisposición a manifestar este trastorno en alguna etapa de su vida.
En otras palabras, estas personas poseen un grado de emocionalidad negativa alto, el cual las hace más susceptibles a reaccionar desfavorablemente a cambios ambientales. Sin embargo, y de acuerdo con los expertos en el tema, son las experiencias que estos individuos tengan con su entorno, especialmente durante las primeras dos décadas de su vida, las que determinan si desarrollarán o no ansiedad social.
Por otra parte, las investigaciones científicas han demostrado también que los patrones de crianza del individuo juegan un papel fundamental en el desarrollo de la timidez. Se ha encontrado que los padres de individuos socialmente ansiosos tienden a ser más sobreprotectores y controladores. Además, son tímidos y, por lo tanto, su nivel de socialización es menor, por lo que sus hijos tienen menos oportunidades de interactuar con otras personas e ir moldeando sus habilidades sociales.
Los investigadores también señalan que, aparte de los factores anteriormente señalados, existen experiencias específicas traumáticas que estos individuos tienen en su adolescencia o al comienzo de su vida adulta que pueden desencadenar este problema. Por ejemplo, se ha encontrado que las personas tímidas a menudo han sido víctimas de burlas en su colegio o de rechazo por parte de amigos o por personas del sexo opuesto.
Dado su mayor nivel de emocionalidad, debido a su predisposición genética a la ansiedad, así como la inseguridad originada en su proceso de crianza, el impacto que tienen estas experiencias negativas en ellos es mucho más profunda que en el resto de la población que no posee estas vulnerabilidades biológicas y psicológicas.
Actualmente, existen dos tipos de tratamientos para la timidez severa cuya eficacia ha sido científicamente demostrada en estudios controlados: el psicológico y el farmacológico.
En el tratamiento psicológico se le proporciona a la persona las herramientas necesarias para que haga una evaluación, más acorde con la realidad, de sus pensamientos negativos al entrar en determinadas situaciones sociales.
Del mismo modo, se le orienta para que sea capaz de centrar su atención en la tarea que está desempeñando y de realizar una evaluación más equitativa sobre los signos positivos y negativos que provienen de la audiencia con la que está interactuando.
Igualmente, la persona aprende a no evitar aquellas situaciones sociales que le producen ansiedad, por el contrario, las enfrenta. Este enfrentamiento se hace de una manera gradual y progresiva a fin de que la persona pueda manejar sus niveles de ansiedad.
Según los especialistas, al desarticular los componentes mental y comportamental de la ansiedad social el componente físico se suprimirá, pues ya el individuo no experimenta ansiedad intensa.
Es necesario señalar que el tratamiento psicológico no actúa de manera inmediata. Este es un proceso a través del cual el individuo aprende de forma gradual a reducir la ansiedad que experimenta en situaciones sociales.
Un ingrediente fundamental en el éxito de este tratamiento es el grado de motivación y compromiso que la persona tenga para cumplir con el curso de la terapia.
Por otra parte, también se han desarrollado tratamientos farmacológicos para la ansiedad social. Específicamente, existen dos tipos de antidepresivos cuya eficacia terapéutica ha sido demostrada en estudios controlados. Lamentablemente este tipo de antidepresivo requiere de una serie de restricciones alimenticias que hacen que muchos pacientes rehúsen utilizarlos, como, por ejemplo, abstenerse de consumir productos lácteos, embutidos y cerveza, pues de hacerlo podrían sufrir crisis severas de hipertensión arterial.
De acuerdo con los especialistas, los tratamientos psicológicos ofrecen importantes ventajas sobre los tratamientos farmacológicos, pues le enseñan al paciente habilidades y estrategias específicas para enfrentar su timidez de una manera exitosa, reduciendo las posibilidades de recaída en el futuro, así como de dependencia indefinida de una droga.
Sin embargo, también coinciden en afirmar que los tratamientos farmacológicos no deben ser descartados totalmente, especialmente en aquellos casos en donde el problema es muy severo. Su utilización racional y por corto tiempo puede ser beneficiosa para el paciente, pues reduce los síntomas de ansiedad severa y facilita la implementación de una terapia psicológica.
Luis Eduardo Peña
Psicólogo Clínico
Cel. (+57)3113088073