María Ruiz estaba de pie frente a su asesor de tesis, los jurados y un par de personas que asistieron a la sustentación. Las manos empezaron a temblarle, la voz no le salía. Sintió un par de gotas cayendo por sus sienes y aunque no se vio en un espejo, puede asegurar que se ruborizó. Dice que pasaron entre 5 y 10 minutos, que no podía hablar y que, aunque estaba segura de su trabajo, la vista implacable de su público la intimidó. Esta mujer de 23 años, graduada en Comunicación Social, sufre de timidez a la hora de enfrentarse al público. Después de unos minutos, logró superar el temor, pero es un problema con el que ha tenido que lidiar durante toda su vida.
Ella, como el 13 por ciento de la población mundial, según estadísticas compiladas por el Instituto Norteamericano de Salud Mental, sufre de timidez, un comportamiento que, agravado, puede convertirse en una condición psicológica negativa. Y según el Colegio Real de Psiquiatras de Inglaterra, existen dos tipos de timidez: el primero se da cuando la persona teme a una, dos o tres situaciones sociales, pero no es un temor social general (como es el caso de María Ruiz, quien temía hablar frente al público); mientras que el segundo, aún más problemático, se da cuando el miedo aparece en muchos escenarios sociales e impide a la persona relacionarse con los demás.
Luis Eduardo Peña, psicólogo caleño experto en trastornos de ansiedad, la define así: “La timidez es el miedo extremo de una persona a ser examinada y juzgada por los demás de manera negativa, en su desempeño, en situaciones sociales o actuaciones“. Su característica principal es que causa estragos en la vida de quienes la padecen.
Los expertos en el tema también la conocen como ansiedad o fobia social y, a pesar de que puede ser un comportamiento normal y superado con el tiempo, cuando se produce en exceso deja a los afectados incapaces de seguir adelante con su vida diaria.
Tal es el caso de Marcelo Sá Teles, un joven de 21 años que vive en Paraná (Brasil), quien sufre de exceso de timidez y utiliza Youtube como una herramienta terapéutica para combatir su problema: desde el año 2010, sube videos a su canal Marcelorenewing, a través de los cuales comparte su experiencia y gracias a ellos ha conocido a otras personas en su misma situación. “Por momentos siento miedo a comer delante de la gente, creo que verán mis manos, mis manos temblarán y yo no conseguiré comer“. La timidez afecta su día a día: “No tengo un espacio social. Para mí, lo peor es sentirme observado”. Sin embargo, compartir su experiencia le ha servido para saber que no está solo y para entender su problema.
La experiencia Marcelo Sá es una muestra de la timidez excesiva que, como explica el psicólogo Peña, “es más incapacitante”. Marcelo sigue relatando su historia: “Yo tengo fobia social generalizada. Antes de ir a un restaurante siento ansiedad, mucho miedo. No me gusta. Aunque llevo varios años en tratamiento y he vencido algunas cosas, aún debo luchar para evitar la ansiedad a la hora de hacer presentaciones o ir a algunos sitios. Todavía tengo mucha ansiedad para hablar, porque a veces hablo muy despacio, otras muy rápido y a veces no me sale la voz y yo quisiera hablarlo todo de una sola vez“.
Según la Asociación estadounidense para la Ansiedad y la Depresión, los síntomas pueden ir desde sonrojamiento, sudoración, temblores, náuseas, latidos del corazón acelerados, falta de aire, mareo y dolor de cabeza, hasta sentimientos de desapego y falta de autocontrol. Cuando estos aparecen repetidamente y en distintas situaciones traen inconvenientes, pues el afectado siente que hace el ridículo y, además, sus gestos son malinterpretados.
Ese es el caso de Julio César Ospina, de 41 años, quien tenía una risa nerviosa causada por timidez: “A esa risa la confundían con burla y mis profesores me castigaban por ello en el colegio“.
Para Julio César, la timidez es y ha sido un obstáculo social. “En sexto me di cuenta de que era imposible sostener amistades. No asistía al colegio cuando había una actividad porque el temor se apoderaba de mí al pensar que cualquier cosa que hiciera mal se me castigaría implacablemente. Me fui quedando solo“, cuenta. Una actitud así puede ser frecuente en quienes sufren esta condición, pues “la característica principal de este trastorno es el miedo persistente a las actuaciones en público. Por esto el individuo las evita o bien puede soportarlas aunque experimente gran ansiedad“, explica el psicólogo Luis Eduardo Peña.
Además, estas personas suelen tener pocas o ninguna relación social o sentimental, por lo que se sienten solas o avergonzadas. Aunque reconocen que su miedo es excesivo e irracional, se sienten impotentes frente a su problema.
Para todas las formas de timidez hay dos tratamientos: psicológico y farmacológico. Por eso, si usted siente que su timidez es extrema, lo primero que debe hacer es buscar ayuda profesional y no automedicarse (los medicamentos para tratar la timidez requieren fórmula médica). Un experto lo diagnosticará y guiará.
Pero si su timidez no es incapacitante, investigadores del Colegio Real de Psiquiatras y de la Asociación estadounidense para la Ansiedad y la Depresión proponen ejercicios que pueden ayudarlo:
Y, por supuesto, la recomendación principal es que se resuelva a enfrentar esas situaciones que le causan temor, teniendo claro que a la única persona que debe rendirle cuentas al final del día es a usted mismo.
Luis Eduardo Peña explica que hay una diferencia entre las causas que provocan la timidez y los factores que la mantienen. Él asegura que “las personas creen que para tratar la enfermedad se debe ir a las causas primeras, pero eso está revaluado“. Es más relevante conocer cuáles son los factores que la mantienen.
Predisposición genética. Hay personas que heredan rasgos que las hacen susceptibles a desarrollar la fobia social con las experiencias del entorno.
Factores ambientales. Existen patrones de crianza, por ejemplo cuando los padres son sobreprotectores o tímidos.
Experiencias traumáticas. Situaciones que configuren un episodio traumático, como un ridículo, pueden influir.
Pero como dice Peña, aún más importante que estas causas son los factores que la mantienen. El texto Shyness and Social Phobia del Colegio Real de Psiquiatras los explica de manera breve y clara:
Lo importante a la hora de tratar la timidez es tener claro cuáles son los factores que la mantienen para enfrentarlos y dejarlos a un lado.
La timidez y la introversión pueden ser fáciles de confundir, por eso es necesario aclarar cada concepto. Sophia Dembling, psicóloga estadounidense autora del libro The Introvert’s Way: Living a Quiet Life in a Noisy World (La forma de los introvertidos: Llevar una vida tranquila en un mundo ruidoso), asegura que “la introversión es la falta de interés en socializar con otros, mientras que la timidez es el temor a hacerlo“. Es decir, un callado por decisión no es necesariamente tímido.
Artículo tomado de Diario El Tiempo. – Colombia.
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